declaraciones perdidas

Me declaro inocente su señoría, de cualquier acto que se me acuse... -No es usted el culpable?- dice el juez. El culpable es la cordura, porque parece que la perdí hace mucho. Cuando tuve la osadía de conocerla, de hablarle y de pensar en ella mas de lo que pienso en mi. -O sea acepta su culpa?- Mi culpa?... No es culpa mía el hecho en si, o es que acaso a usted no le ha pasado... No parar de pensar en lo que puede ser, en que estará haciendo en este momento? -Bueno tal vez un par de veces- entonces me encontrará la razón su señoría, y entenderá el porque de esta alma en pena. Porque cada noche no puedo dormir y me doy vueltas en mi cama pensando en ella. Como sacarla de mi si ya asumo mi destino, me encargo de mi desdicha, no quiero dar pena, solo digo que ella ocupa mi cabeza como quien ocupa su cama todos los días. -Ya basta de palabrerías baratas- Palabrerías baratas? Señor juez solo hablo con la verdad retorica de encontrarme con ella y no saber que hacer ni que decir, porque he soñado tanto con ese momento que de tanto pensarlo no he resuelto nada, como es de costumbre me sudarán las manos y el corazón se detendrá por unos segundos, pero eso es solo efectos fisiológicos, por mi mente pasarán mil cosas y mil ideas de las cuales no se concretará nada, con el curso de las cosas solo queda esperar que ella me silencie mi nerviosismo con un beso certero... Pero eso es utopía señor juez, porque de esta celda no he de salir, y no hablo de los barrotes que me esperan, sino que de la cárcel que es su figura y mi conciencia que no para de imaginarla sobre mi -ya fue bastante lejos con sus argumentos- Lo se señor juez es por eso que soy culpable, por pensar en los imposibles como si fuesen mañana, es por eso que merezco el olvido, pero mi olvido, necesito olvidarme de quien soy, a ver si de una vez por todas se enciende en mi la luz de la verdad.